Los robots encuentran su espacio en algunos negocios gastronómicos de EEUU
“Excelencia culinaria impulsada por la tecnología”. Con esta idea, los chefs fueron sustituidos por siete robots autómatas que despachan ensaladas y arroces en solo tres minutos y para todos los bolsillos, gustos e intolerancias. En su carta hay platos vegetarianos, veganos y sin gluten. “Estamos en la intersección entre la tecnología y la hospitalidad, haciendo comidas nutritivas, accesibles y sabrosas”, explican en su página web sus cuatro jóvenes fundadores.
Los robots hace tiempo que triunfan en países como China y Japón -la cinta transportadora podría ser el primer atecedente-, pero la introducción de la más alta tecnología en la elaboración todavía es reciente y suena a ciencia ficción.
Michael Farid, Kale Rogers, Luke Schlueter y Brady Knight son los “cerebros” del Spyce, cuatro excompañeros de instituto y de equipo de waterpolo con un apetito voraz. “Tirábamos mucho de comida para llevar. Nuestro atlético apetito requería una mejor nutrición pero nuestros presupuestos de estudiantes no nos permitían otra cosa. Soñamos con una alternativa: un robot que cocinara comidas nutritivas y saborosas, que las sirviera y las limpiara”.
Pizzas pluscuamperfectas
Zume Pizza, uno de los primeros negocios gastronómicos con robots, nace en el corazón de Silicon Valley, San Francisco y sirvió su primera pizza el 1 de abril del 2016. Desde entonces reparte a diario por la zona de Palo Alto y Mountain View cientos de pizzas elaboradas con una precisión quirúrgica.
Unos brazos mecánicos se encargan, entre otras cosas, de amasar la masa y preparar la base perfectamente redonda en un tiempo récord: nueve segundos. Estas máquinas también están programadas para extender el tomate y otros ingredientes –con una endiablada exactitud- y retirar las pizzas de los hornos.
El robot ‘pizzero’ de Zume Pizza
Todos estos casos de negocios con procesos automatizados tienen algo en común: los robots permiten que el personal humano se pueda dedicar a tareas más cualificadas o cualitativas como el mantenimiento de los aparatos y la atención a los clientes. En otras palabras, estos cacharros de la más alta tecnología no destruyen empleos sino que resultan una gran ayuda para sus ‘compañeros de carne y hueso’.
Un buen ejemplo es ‘Flyppy’, un artefacto valorado en unos 100.000 euros programado para mover con trabajar en la parrilla y asar 2.000 hamburguesas al día. Este cachibache con un aire al protagonista ‘Cortocircuito’ es una gran ayuda para los trabajadores de la hamburguesería Caliburger de Pasadena, en California. “Nuestro objetivo es mejorar las condiciones de trabajo de los cocineros y sus asistentes, no reemplazarlos”, aseguró David Zito, cofundador de Miso Robotics, creadores de esta espátula gigante.
Un café muy exprés
El funcionamiento de ‘Flyppy’ no es muy diferente, al menos en apariencia, al del brazo mecánico de Café X, una pequeña cadena de cafeterías autoservicio con tres locales repartidos por el centro de San Francisco. A la gran velocidad de este ‘barista’ –puede preparar 120 bebidas en una hora-, se suma la posibilidad de hacer el pedido y pagar a través de una ‘app’ gratuita. Se evitan así largas colas y desesperantes esperas en horas puntas. Aquí radica buena parte de su éxito, pues la mayoría de los clientes son trabajadores de las oficinas y otros establecimientos cercanos que valoran su escaso tiempo.
Los robots no solo pueden cocinar platos exquisitos. En países como China, Japón e India ya hace años que ingenios electrónicos con un aspecto más o menos antromórfico reciben a los clientes y sirven comandas.La penetración de las máquinas autómatas en el sector servicios, con tareas que van desde el cuidado de ancianos a prestar información en hoteles y aeropuertos, es cada vez más frecuente. La cuarta revolución industrial o ‘robolución’ justo acaba de empezar.